Pezones como Escarpias

Carta a nadie

Tú no sabes y nunca sabrás lo que eres para mí y lo que has hecho por mí sin saberlo.
Pues tú fuiste el plato en el que serví mis últimas esperanzas ganando yo con ello tan sólo un golpe de hierro en la nuca, un golpe fuerte, tan fuerte que hizo que el hierro se fundiera conmigo, protegiéndome y recubriéndome el corazón de hierro duro y resistente, pero gélido como las heladas invernales.
Ahora podré mezclarme entre la multitud, ahora podré pasar como uno más y disfrutar de un nuevo placer que realmente mi alma no ansiaba, pero ahora perderé ese contacto sentimental con el mundo, perderé ese contacto sentimental conmigo mismo, perderé ese contacto especial con mis propios sentimientos, perderé algo que era tan mío que formaba parte de mi descripción, y te perderé probablemente a ti, a quien realmente nunca fui a buscar a pesar de entregarte mis ultimas esperanzas en un desesperado intento de tener un nimio contacto con eso tan bello a lo que los que lo han probado llaman amor.
Ya todo se perderá, lo que quise que se amara de mi, aquel dulce e inocente muchacho que un día creo que fui morirá sin volver a darme ese impulso romántico que siempre me llevó a apreciar la musicalidad del silencio del viento, la belleza en la podredumbre que da fruto a una flor, la verde vida abrazada al asfalto.
No se lo que me espera ahora, no se si será algo mejor, pero tengo miedo de perderme y perder lo que hasta ahora he sido, tengo miedo de perder al YO que tanto he apreciado con insultos sinsentido, tengo miedo de perder parte de mi personalidad y no volver a verla, pero es un riesgo que quizás deba de correr, pues ya no puedo seguir así, mi corazón no podría resistirlo y no quiero vivir eternamente inmerso en un mundo de soledad y tristeza, de oscuridad sin fin y caminos incompletos.
Debo dar un paso más.